Empezar de cero y producir algo de la nada es una de las grandes maravillas que me asombran de la capacidad humana. Del vacío, somos capaces de crear y de la nada, somos capaces de evolucionar. Somos la especie más resiliente y propensa al cambio que existe, te lo dice una emprendedora, que creía poco en el cambio, hasta que lo experimentó en carne propia.
Tal vez no te sientas resiliente, tal vez seas de los que piensa en el error antes de arriesgarse a intentar. Muy probable seas un lector que se ha arriesgado con audacia y no haya tenido éxito, o tal vez has sido de los que ha experimentado dónde es capaz de llevarnos las decisiones y acciones a pesar del temor. Sea donde sea que estés, el principio fundamental de cómo funcionas, sigue siendo el mismo: la mayor influencia que existe y a la vez, la mayor barrera que experimentas es tu mentalidad, tu perspectiva sobre ti mismo, la vida y los demás.
Estás creado y fuiste diseñado para influenciar, cambiar y persistir positivamente en cualquiera que sea tu proyecto laboral o personal. El cerebro, a través de la neuroplasticidad, tiene una capacidad inherente y sorprendente de responder al ambiente. Los genes, lejos de tener una posición determinante, están lejos de dictar tu inteligencia, tu talento y tus logros. Porque tu cerebro es plástico, eres capaz de sustituir la forma en que piensas que es desadaptativa e irreal por una “mentalidad de crecimiento”.
Tu cerebro cambia y se adapta producto de cómo piensas, tu forma de pensar se arraiga en innumerables redes neuronales con fuerte electricidad que son alimentadas por tus experiencias y tu forma de vida. Si por ejemplo, crees que “Los errores son para débiles” porque así te lo enseñaron, este pensamiento repercutirá indirectamente en tus posibilidades de tratar cosas nuevas y adaptarte a nuevos contextos. Si crees, que “El éxito es solo para los que tienen oportunidades y contactos”, te pasarás toda tu vida tras bastidores, esperando por la oportunidad y el contacto para florecer.
¿Cómo piensas? ¿Luce así?
- Puedo ser leal y permanente a mi proyecto. Si ajusto lo que debo ajustar, puedo mejorar.
- Que mis ideas no sean aceptadas, no tiene que ver conmigo. ¿Qué puedo mejorar? ¿Qué retroalimentación debo tomar?
- Todo es posible si puedo dedicarme y persistir.
- Puedo ser flexible, no tengo el control de todo, no todo va a salir como espero.
- Un error no define mi calidad como profesional.
Y así continúa. Tu forma de pensar rige tus resultados y tu destino. ¿Se parece esto a tu mentalidad?
Por mucho tiempo he luchado, y sigo luchando, por modificar estos pensamientos y levantarme de los desalientos que puede producir ser expuesta y emprender, esto no es un trabajo de uno o dos días, sino un hábito y una disciplina, de reforzar los pensamientos correctos y centrarme en el esfuerzo y la persistencia. Olvidar lo que no me sale bien, y persistir con lo que no me sale mal. Obviar los comentarios que de construyen, y asumir con responsabilidad los que construyen, diariamente, construyendo nuevas redes de neuronas en un cerebro adaptable y alimentándolas para propiciar la evolución.
La forma en que piensas sobre ti mismo y los demás debe corresponder a tu naturaleza cerebral: eres propenso al cambio. El esfuerzo y la disciplina te va a llevar donde las “oportunidades” o la motivación nunca podrán llevarte. Te animo a tratarlo.
¡Hasta una próxima entrega!
Una colaboración de
Camila Hasbún
Psicóloga Clínica, máster en Neurociencias
Sobre la autora: Es Psicóloga Clínica, máster en Neurociencias aplicadas a la Educación. Especialista en evaluación vocacional, pruebas psicométricas en el área clínica y docente. Es fundadora de @theneurospace.rd, plataforma de psicoeducación en temas de neurociencias aplicados a la educación y bienestar humano. Sus propuestas hacen énfasis en explicar principios básicos del funcionamiento del cerebro para mejorar la práctica profesional y personal.